21 de febrero de 2009

Imaginación

 Arquitectos y técnicos son capaces de hacer surgir de la nada verdaderas obras de arte que no sólo puedes admirar, sino que puedes habitar, las puedes vivir. Realmente es un trabajo complejo que depende de muchas cosas, y hay un largo camino desde la mente al papel, y de ahí a la realidad, y además está mucho más limitado por consideraciones económicas que cualquier otro arte.
 El problema  a veces es que no todos los arquitectos pueden poner su nombre a un estilo arquitectónico.  Hay un herreriano, pero no un gonzaleciano, pongamos por caso. Ni todos pueden ser un Le Corbusier, por poner un ejemplo conocido. El afán por destacar hace que a veces se olviden de dos factores que a mí me parecen determinantes :
1-Un edificio debe ser habitado, o usado, por personas. De toda condición, forma y tamaño. No sólo por gente fashion a la que le da igual lo que deba sufrir para fotografiarse con lo último en interiorismo y diseño; ni con atletas sin problemas para acceder a cualquier rincón aunque sea a base de mortal y medio con doble pirueta.
2- La belleza es subjetiva, quizás más que cualquier otro concepto abstracto. Tiene sus modas, y sus tiempos. Para los modistos de hoy, las musas de Rubens deberían seguir tratamiento en una clínica de adelgazamiento. Ni siquiera se trata de asimilarlo a perfección o producto acabado: a la Venus de Milo le faltan los brazos, y a muchísima gente le sigue pareciendo bella, y multitud de edificios del pasado, a pesar de estar en ruinas, siguen despertando admiración.
 Creo que, por lo menos en parte, este afán megaartístico de algunos (creo que no la mayoría, afortunadamente) proviene de los campus. También creo que es imprescindible el impulso creador del artista para que un edificio cualquiera tenga personalidad propia. Pero tal vez deberían enseñar la otra actitud, la del artesano, en la atención al detalle y el cuidado y la atención con que trata cada pieza en su conjunto. No se deberían olvidar las pequeñas cosas en favor de una imagen general, ni el todo en favor de detalles considerados estéticamente imprescindibles.
 A este respecto, la informática -que debería ser una enorme ayuda por las posibilidades que ofrece- se ha convertido en una calamidad. En vez de aprovechar los recursos de renderizado y la enorme capacidad de los modernos programas de cad y 3D en cuanto a la gestion y manipulación en todos los niveles de diseño planificación y desarrollo, se recurre al "copia y pega" de tal manera que de un tiempo a esta parte los 4 planos de detalles constructivos que alguien se subió a la red han acabado por ser una especie de standar en todos los proyectos. Y eso en lo referente a los propios planos. En las memorias constructivas la cosa va a peor.
 Los proyectos no se cuidan, de tal manera que cosas básicas se olvidan, no coinciden unos planos con otros ; lo que se pide en un detalle constructivo o no existe o no se parece a lo que pide la memoria; y , el colmo de los colmos, aparecen generalidades sin posibilidad de adaptación ni al proyecto en sí ni a la localización concreta de la obra... En fin... Artistas son... Unos más que otros.

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