30 de enero de 2009

Aclarando

 Me (nos) encantan las obras de rehabilitación y/o reforma, y precisamente porque uno nunca sabe lo que hay tras un tabique, lo que se va a encontrar en la pared, o en el techo, o en cualquier otro sitio al renovar, rehabilitar o reformar. A veces todo un reto y siempre distinto.
  Sobre todo aquí, en Galicia, las luces y sombras, nieblas, lluvias y soles juegan con los volúmenes; y cada día destacan una arista diferente, un plano distinto, un nuevo detalle. Es un paisaje de piedra y madera, en los huesos de los montes, en los bosques sombríos, pero también en los hogares y los lugares de trabajo, en las modestas viviendas de remotas aldeas o las monumentales huellas de la fe religiosa o el poder civil en ciudades y pueblos. Es también una arquitectura distinta: no se construye para habitar un espacio, sino que se construye alrededor de un espacio ya habitado, y es por eso que en la arquitectura tradicional la uniformidad, la unidad estética no existe: se abren ventanas y puertas donde se necesita luz, ventilación o acceso, pero es el uso interior lo que marca dimensiones y alturas.
  Esta no es tierra de plaza mayor y casas apretadas. Recuerdo perfectamente la primera vez que viajé a Castilla, y la profunda impresión que me causaron sus paisajes, en mi percepión de entonces vastos páramos en los que las casas de los pueblos se apiñaban unas contra otras, como buscando abrigo y protección en un medio hostil, como temiendo el aislamiento y la soledad. Me pareció entonces- y lo sigo pensando ahora- que aquí, más al norte,más al oeste, más al extremo quizás- las casas y las gentes buscan su espacio, su independencia; se rodean de prados, bosques y huertos y viven de puertas adentro, y no es la plaza el teatro donde los vecinos representan sus vidas, sino caminos y linderos. Linde, o lindero, curiosa palabra castellana. Donde me crié se llaman "extremas", supongo que porque en cierto modo representan el extremo del mundo propio, para dar paso a otros mundos. No porque la gente sea hosca o misántropa, muchas labores del campo en mi niñez eran más o menos comunitarias, sino porque la vida pública y privada tienen matices distintos, quizás aquí más marcados que en otros lugares.
 Aquí una casa no se hacía, no se construía como un ente claramente definido y con un plazo temporal determinado. Aquí, la pieza principal , "onde se fai vida",(no el salon o comedor, que en muchos casos ni existen, o se usaban para momentos específicos), el alma de cualquier casa gallega es la cocina; y alrededor de ella iban creciendo y cambiando todos los demás espacios, de manera que una casa parecía no estar terminada nunca, y daba muchas veces la impresión de no ser un edificio, sino un conglomerado diverso de estructuras y volúmenes, sujetos a perpetua remodelación según se añadían o desaparecían estancias, adaptando usos y espacios a habitantes y tiempos.
 Quizás debiera matizar que me refiero, por supuesto, a aldeas y población rural, no a ciudades y pueblos grandes que, entre sus ansias de modernidad y sus necesidades y realidades cotidianas, se van pareciendo a mis "páramos castellanos" cada vez más. No es que no vea su encanto- que por supuesto lo tienen- ni que quiera volver a otros tiempos- duros y difíciles, padres de una emigración que se convirtió casi en éxodo- pero permítanme que, de la misma forma que la morriña empuja al emigrante a volver a la tierra que lo vió nacer, deje que mi mente me arrastre a un tiempo y un lugar en los que aún existían "lareiras" y "cambotas", la ropa de abrigo y el calzado de agua se guardaba "entreportas", podía abrir sólo la mitad de la puerta y donde todo tenía un por qué que descubrir.

Una ciencia exacta

Supongo que en realidad tal concepto es contradictorio en sí mismo, ya que ni la matemática, que es en esencia conceptual y abstracta, lo es. No puede serlo la Arquitectura -llamenle arte, ciencia, hibrido o lo que quieran- en tanto intenta plasmar un concepto estético que debe ser funcional, seguro y enfocado a un uso determinado (conjugar estos aspectos ya es todo un reto), y debe hacerlo dentro de los límites impuestos por las capacidades de los materiales, la pericia de los operarios y la realidad física del emplazamiento. A ello hay que añadir una multitud de pequeñas dificultades (a veces no tan pequeñas) generadas por el propio entorno social, legal y económico en el que debe desarrollarse; que en unos casos por el abuso que de él se hace, otras por falta de una visión realista del mismo ,o por deformación consciente (o inconsciente ) de las normas que le son propias, acaba por convertir el ideal imaginado en una sombra de sí mismo.  Al final son los  proyectos los que se ven amputados -en el mejor de los casos- o acaban convertidos en una manzana de supermercado: un exterior pulido y agradable que esconde un interior insulso, sin sabor ni personalidad ni alma.
 Para nosotros, cada edificio, cada nueva obra, cada reforma , cada estructura, tiene su propia alma, su propio ser, que debe reflejar la personalidad, los gustos y las funcionalidades de quien ha de usarlos, y estar basado en sus necesidades prácticas y estéticas. No nos dedicamos a esto para "educar" o "juzgar", sino para proporcionarle las herramientas técnicas y profesionales que necesita para su vivienda o negocio en cuanto a diseño, proceso constructivo,trámites administrativos,etc. No diseñamos por usted, diseñamos para usted. No poseemos la fórmula mágica de la perfección, pero la buscamos en cuanto hacemos.